Clave
AM3-VER-1-11
Ámbitos representados por el elemento
Prácticas sociales, rituales y actos festivos
Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo
Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo
Ubicación geográfica y alcance del elemento
Multiestatal e Internacional
Nombre de las comunidades involucradas
Localidad: Aledañas a la zona arqueológica del Tajín (El Tajín, Ojital Viejo, Ojital Nuevo, Zapotal Santa Cruz, Plan de Hidalgo, Jorge Cerdán, El Remolino) Municipio Papantla de Olarte, Veracruz
Descripción del elemento
La danza del volador es, sin duda, una de las más antiguas, pues su origen es prehispánico. Hay evidencias de la presencia de esta danza en códices como el Tepeucila y Porfirio Díaz. En fechas recientes a la conquista española y en pleno auge de la evangelización, la danza del volador logró superar las prohibiciones coloniales, según lo consigna el Códice Azcatitlan, cuando se presentó en Colhuacan en 1530, en el marco de celebraciones cristianas. La danza del volador es, sin duda, una de las más antiguas que sobreviven en la actualidad.
Periodicidad:
Originalmente su presentación coincidía con los ciclos solares y por lo tanto, con los ciclos agrícolas. Posteriormente, debido a fenómenos tales como el sincretismo o la colonización, esta danza se presentaba durante la celebración de las fiestas patronales, es decir, anualmente; sin embargo, en la actualidad se presenta con frecuencia en eventos cívicos y religiosos, en escenarios turísticos y en foros culturales nacionales e internacionales.
Desarrollo:
Para cumplir con este procedimiento ritual se requiere de varios días y de la participación no sólo de los músicos y danzantes, sino de toda la comunidad. La relación ritual con los elementos del cosmos (sol, agua, aire, tierra) no es asunto sencillo. Está en juego el equilibrio del mundo y la supervivencia de la especie humana. Los danzantes se convierten en sacerdotes-oficiantes intermediarios entre las deidades y los seres humanos. De acuerdo a la tradición, previo al ingreso al espacio sagrado de la danza, sus ejecutantes deben cumplir con estrictas normas ascéticas: ayuno, retiro, abstinencia sexual y de bebidas alcohólicas, oraciones, meditación. Asimismo, no se permiten ni siquiera malos pensamientos. El no cumplimiento de estas normas puede ocasionar no solo la muerte de los danzantes sino consecuencias funestas para la comunidad: devastaciones naturales, conflictos, enfermedades, hambre, desarmonía, etc.
Los pasos del ritual son los siguientes:
La fecha del vuelo. Tradicionalmente la danza no se realiza en cualquier momento sino en fechas establecidas por el calendario ritual. Se dice que es una danza solar propiciatoria de la lluvia, asociada al ciclo agrícola. Pero también se le considera como una ofrenda a Chichiní, el dios Sol, para que continúe proporcionando luz, calor, vida, alimento, conocimiento y sabiduría a los habitantes de este planeta. El mito totonaca dice que se realizó por primera vez cuando el sol, en su desplazamiento hacia el sur en el solsticio de invierno, corría el riesgo de seguir hacia el inframundo y no regresar a iluminar la tierra. Se dice que también por eso, el vuelo se debe realizar a las 12 del día, cuando el sol está en el cénit, para que pueda recibir con plenitud la ofrenda de la danza y regrese al día siguiente fortalecido.
Selección del árbol. En un recorrido por los montes de la región, se selecciona al árbol que reúna las condiciones necesarias para la danza: altura, grosor, uniformidad del tallo. Posteriormente se ofrenda incienso, aguardiente, tabaco, velas, comida, música y los danzantes ejecutan el son del perdón para solicitar al Kiwi Qolo (dueño del monte) permiso para cortar el árbol, con el compromiso de que algún día, también los seres humanos abonaremos la tierra con nuestros cuerpos para alimentar a nuevos miembros del mundo natural. Esta ceremonia, en pleno monte, también se considera como un aviso al propio árbol elegido; ya que se le comunica específicamente que participará en el rito cósmico.
Corte del árbol. En un nuevo día, según la tradición, se inicia el corte del árbol por parte del Caporal del grupo, iniciando con los hachazos hacia el oriente y continuando según la orientación de los puntos cardinales. El corte se hace después de repetir la ofrenda de alimentos, bebidas, tabaco, incienso, música y danza. La flauta y el tambor acompañan de manera incesante todo el ritual.
Arrastre. Para trasladar el palo al centro de la comunidad, se requiere de toda la fuerza de sus habitantes, además de conocimientos técnicos que permitan superar ríos, cerros, barrancas, inclusive posibles obstáculos sobrenaturales. Si el Kiwi Qolo o Dueño del Monte no está satisfecho con las ofrendas o el comportamiento de las personas que participan en el rito “el palo se pone muy pesado que no lo pueden mover por más esfuerzos que hacen”. Entonces se necesita detener el arrastre y reiterar las ofrendas y las oraciones “para que lo deje ir”.
Ofrenda a la Madre Tierra. En el sitio donde se va a levantar el palo se cava un agujero donde se depositan ofrendas a Kiwíchat (diosa del monte o dueña de la tierra): un guajolote o una gallina viva, además de tabaco y aguardiente. El ave es para que la diosa se alimente y no desee la vida de alguno de los danzantes, el aguardiente es para calmar su sed y no chupe la sangre de los danzantes y los enferme y el tabaco para combatir al mal viento que puede ocasionar accidentes.
Levantamiento del palo. Previo a levantar el mástil, se le coloca en el extremo superior la manzana, tecomate o eje donde van a girar los voladores y se enreda a lo largo del tallo el bejuco pusta pwmáyak o bejuco de siete corazones, que servirá de escalerilla para subir al palo. La técnica indígena para levantar el palo es usar tijeras de tarro para sostenerlo, mientras lo van izando con bejucos muy resistentes.
Sones de tierra. Antes de subir al mástil, los danzantes ejecutan los llamados sones de piso, bailando en círculo alrededor del palo, pidiendo perdón y permiso para volar. Las antiguas coreografías cuidan en todo momento la orientación de los puntos cardinales del universo y se repiten tantas veces como la combinación sagrada de los números y los tiempos, lo señalan, según la cosmovisión totonaca.
El vuelo. La última parte del ritual es el vuelo, donde se invoca a los cuatro elementos, las cuatro direcciones, los cuatro vientos y donde los danzantes enlazan lo aéreo con lo terrenal, lo sagrado con lo humano; acompañados siempre por los sones rituales mediante los cuales dialogan con los elementos del mundo natural y los interlocutores sobrenaturales.
Periodicidad:
Originalmente su presentación coincidía con los ciclos solares y por lo tanto, con los ciclos agrícolas. Posteriormente, debido a fenómenos tales como el sincretismo o la colonización, esta danza se presentaba durante la celebración de las fiestas patronales, es decir, anualmente; sin embargo, en la actualidad se presenta con frecuencia en eventos cívicos y religiosos, en escenarios turísticos y en foros culturales nacionales e internacionales.
Desarrollo:
Para cumplir con este procedimiento ritual se requiere de varios días y de la participación no sólo de los músicos y danzantes, sino de toda la comunidad. La relación ritual con los elementos del cosmos (sol, agua, aire, tierra) no es asunto sencillo. Está en juego el equilibrio del mundo y la supervivencia de la especie humana. Los danzantes se convierten en sacerdotes-oficiantes intermediarios entre las deidades y los seres humanos. De acuerdo a la tradición, previo al ingreso al espacio sagrado de la danza, sus ejecutantes deben cumplir con estrictas normas ascéticas: ayuno, retiro, abstinencia sexual y de bebidas alcohólicas, oraciones, meditación. Asimismo, no se permiten ni siquiera malos pensamientos. El no cumplimiento de estas normas puede ocasionar no solo la muerte de los danzantes sino consecuencias funestas para la comunidad: devastaciones naturales, conflictos, enfermedades, hambre, desarmonía, etc.
Los pasos del ritual son los siguientes:
La fecha del vuelo. Tradicionalmente la danza no se realiza en cualquier momento sino en fechas establecidas por el calendario ritual. Se dice que es una danza solar propiciatoria de la lluvia, asociada al ciclo agrícola. Pero también se le considera como una ofrenda a Chichiní, el dios Sol, para que continúe proporcionando luz, calor, vida, alimento, conocimiento y sabiduría a los habitantes de este planeta. El mito totonaca dice que se realizó por primera vez cuando el sol, en su desplazamiento hacia el sur en el solsticio de invierno, corría el riesgo de seguir hacia el inframundo y no regresar a iluminar la tierra. Se dice que también por eso, el vuelo se debe realizar a las 12 del día, cuando el sol está en el cénit, para que pueda recibir con plenitud la ofrenda de la danza y regrese al día siguiente fortalecido.
Selección del árbol. En un recorrido por los montes de la región, se selecciona al árbol que reúna las condiciones necesarias para la danza: altura, grosor, uniformidad del tallo. Posteriormente se ofrenda incienso, aguardiente, tabaco, velas, comida, música y los danzantes ejecutan el son del perdón para solicitar al Kiwi Qolo (dueño del monte) permiso para cortar el árbol, con el compromiso de que algún día, también los seres humanos abonaremos la tierra con nuestros cuerpos para alimentar a nuevos miembros del mundo natural. Esta ceremonia, en pleno monte, también se considera como un aviso al propio árbol elegido; ya que se le comunica específicamente que participará en el rito cósmico.
Corte del árbol. En un nuevo día, según la tradición, se inicia el corte del árbol por parte del Caporal del grupo, iniciando con los hachazos hacia el oriente y continuando según la orientación de los puntos cardinales. El corte se hace después de repetir la ofrenda de alimentos, bebidas, tabaco, incienso, música y danza. La flauta y el tambor acompañan de manera incesante todo el ritual.
Arrastre. Para trasladar el palo al centro de la comunidad, se requiere de toda la fuerza de sus habitantes, además de conocimientos técnicos que permitan superar ríos, cerros, barrancas, inclusive posibles obstáculos sobrenaturales. Si el Kiwi Qolo o Dueño del Monte no está satisfecho con las ofrendas o el comportamiento de las personas que participan en el rito “el palo se pone muy pesado que no lo pueden mover por más esfuerzos que hacen”. Entonces se necesita detener el arrastre y reiterar las ofrendas y las oraciones “para que lo deje ir”.
Ofrenda a la Madre Tierra. En el sitio donde se va a levantar el palo se cava un agujero donde se depositan ofrendas a Kiwíchat (diosa del monte o dueña de la tierra): un guajolote o una gallina viva, además de tabaco y aguardiente. El ave es para que la diosa se alimente y no desee la vida de alguno de los danzantes, el aguardiente es para calmar su sed y no chupe la sangre de los danzantes y los enferme y el tabaco para combatir al mal viento que puede ocasionar accidentes.
Levantamiento del palo. Previo a levantar el mástil, se le coloca en el extremo superior la manzana, tecomate o eje donde van a girar los voladores y se enreda a lo largo del tallo el bejuco pusta pwmáyak o bejuco de siete corazones, que servirá de escalerilla para subir al palo. La técnica indígena para levantar el palo es usar tijeras de tarro para sostenerlo, mientras lo van izando con bejucos muy resistentes.
Sones de tierra. Antes de subir al mástil, los danzantes ejecutan los llamados sones de piso, bailando en círculo alrededor del palo, pidiendo perdón y permiso para volar. Las antiguas coreografías cuidan en todo momento la orientación de los puntos cardinales del universo y se repiten tantas veces como la combinación sagrada de los números y los tiempos, lo señalan, según la cosmovisión totonaca.
El vuelo. La última parte del ritual es el vuelo, donde se invoca a los cuatro elementos, las cuatro direcciones, los cuatro vientos y donde los danzantes enlazan lo aéreo con lo terrenal, lo sagrado con lo humano; acompañados siempre por los sones rituales mediante los cuales dialogan con los elementos del mundo natural y los interlocutores sobrenaturales.
Funciones sociales y culturales
La danza a través de su ritual, cristaliza el concepto de vida de los totonacas, explica y da sentido a su existencia y establece los principios a partir de los cuales se relacionan entre ellos mismos, con otros seres humanos y con los elementos de la naturaleza y del cosmos. La danza es una verdadera obra de arte que sintetiza el significado de li tutu nakú: el “ser totonaco”. Su carácter espectacular, ha contribuido a su permanencia desde la época prehispánica hasta nuestros días, conservando los principios fundamentales de la cosmovisión indígena, no obstante el contexto en contra que ha tenido que enfrentar. Para la comunidad totonaca es muy importante que la danza ritual continúe existiendo como tal e incluso que compartir su significado con personas externas a la comunidad. Hay peligro, sin embargo, de que se confunda la significación de esta danza con la representación-espectáculo del ritual que se realiza para turistas. Aunque esta característica de espectacularidad, como un juego acrobático o recreativo, ha contribuido a que la actividad continúe realizándose; sin embargo, al interior de las comunidades desean que se mantenga como un rito que expresa, en sus simbolismos, su forma antigua de vida.
Riesgos
Actualmente, sobrevive al proceso homogeneizador de la modernidad al adaptarse a las exigencias del mercado turístico y comercial sin perder los elementos esenciales que le dan sentido al interior de las propias comunidades totonacas. Sin embargo, poco a poco estas exigencias han hecho que la danza se presente de manera abreviada, por lo que se corre el riesgo de que se diluya su significado originario y permanezca únicamente su espectacularidad. Otro elemento en contra de la práctica ritual de la danza es la deforestación que ha sufrido la región (hasta los años cincuenta del siglo pasado se conservaba la selva tropical) lo que ha ocasionado la desaparición del tsakáe kiwi o palo volador; éste ha sido sustituido por tubos metálicos. La falta del árbol en el proceso ritual del volador implica la no realización de etapas donde se cristaliza la comunión espiritual que los totonacas establecen con el mundo natural y sobrenatural, a través de los pasos de selección, corte, arrastre y levantamiento del palo volador, además de la última parte de la danza: el vuelo.
¿Detectaste algún error en este registro?
Fecha de última modificación: 5 de octubre del 2012, 10:20
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
u-fwmd
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
u-fwmd