Resulta toral hacer referencia al gran problema de descomposición social, de debilitamiento de estructuras institucionales a todo nivel y ámbito, sean públicas o privadas, que indican que estamos realmente ante un problema de época que no representa cualquier crisis y que tiene como sello el extremo de la pérdida del valor de la vida humana, de asesinatos a mansalva y de auténticas masacres de migrantes y pobladores, donde el diálogo como un elemento invaluable del intercambio cultural ha quedado convertido en una pantomima que oculta intereses que no necesariamente buscan aquel valor superior del interés general sobre el interés de grupos, sectores y hasta individuales.