No pretendo superar a mi mamá. Josefina Aguilar.

Uno hace su propia historia. Desde pequeños nos inculcan este oficio, pero cada quien lo desarrolla de acuerdo a su naturaleza.

A veces yo me dejo llevar por mi imaginación, mis fantasías, mies sueños.

Me gusta trabajar temas religiosos, de la cultura prehispánica, el cielo de la vida, el cielo del maíz, y de la muerte. Pero la muerte no de una manera dramática si más bien chusca.

El tema de la muerte se me quedó desde una vez que estuve hospitalizado.

Me dijo el doctor que si se hubieran tardado cinco minutos más en llevarme al hospital, hubiera fallecido.

De hecho el médico tardó en reanimarme. Esta situación me cambio la vida porque estuve cerca de la muerte.

Intento que todas las figuras tengan un significado en torno a mis raíces, la naturaleza, la historia de mi pueblo.

Me gusta estudiar la arqueología Mexicana, historias fantásticas, leyendas, mitología y las tradiciones de Oaxaca.

También leo sobre algunos pintores famosos. Admiro a Salvador Dalí, Rufino Tamayo, Frida Khalo y Diego Rivera.

Mi papá y mi mamá me enseñaron a trabajar el barro, pero como siempre he tenido la inquietud por el dibujo y la pintura; mezclo cerámica y pintura para hacer figuras tridimensionales.

Hace quince años empecé a firmar con mi propio nombre las piezas que ya llevan mi estilo personal.

Terminé de estudiar la secundaria y cursé casi un año de preparatoria, pero más que el estudio preferí trabajar el barro.

Para mí, más que un trabajo, la cerámica es un pasatiempo.

Si no me compraran mis piezas las tendría en mi casa y seguiría trabajando haciendo lo que a mi me gusta.

Yo quisiera que este oficio tuviera mayor difusión en las escuelas de México: me gustaría ir a dar pláticas, hacer demostraciones para que los niños vean como nos sentimos orgullosos de nuestras raíces, de nuestra cultura, para que también nosotros no olvidemos quienes somos y de donde venimos.

He ido a dar talleres en escuelas públicas de Filadelfia, Nueva York, Phoenix y en el Instituto de Artes de Detroit, donde están los murales de Diego Rivera. He visto como los niños de sorprenden y se interesan por nuestro trabajo.

Para mí es muy satisfactorio mostrar parte de mi cultura, de mis principios, mi identidad, establecer una comunicación entre mi comunidad y la comunidad norteamericana, para que ellos entiendan nuestras raíces indígenas. Me da tristeza que en nuestro país no lo podamos hacer.

En uno de mis viajes a Estados Unidos me invitaron a quedarme a trabajar allá. Hasta me ofrecieron conseguirme la Ciudadanía.

Pero a mi me gusta estar en contacto con mi gente. Para mí es muy difícil hacer algo allá Aquí en Ocotlán los Aguilar somos la única Familia reconocida por sus artesanías de barro.

La técnica que me enseño Josefina Aguilar es mi herencia, ella sigue siendo mi maestra hasta hoy en día.

Elisa Ruiz.