El inmueble fue adquirido por la Suprema Corte de la Nación en noviembre de 2001 y después de realizar los trabajos de adecuación necesarios para cumplir con sus nuevas funciones, la Casa de la Cultura abrió sus puertas al público en junio de 2003. La finca se levanta en un terreno de 1,857 metros cuadrados, con una superficie construida de 1,100, de los cuales 733 corresponden a la planta baja y 367 al piso superior. En la entrada principal, una puerta de cedro de cuatro metros de alto por dos de ancho abre a un corredor que llega hasta el área de consulta de acervos, donde se distinguen las arquerías ornamentadas con finas molduras y cuatro espectaculares bóvedas catalanas. Junto a esta área se encuentran dos majestuosos portales con plafones de cedro que acceden a los salones de capacitación y videoconferencias; las dos ventanas de este último son parte de la fachada principal, donde adoptan forma de balcones. En otro extremo del área de consulta se encuentran la biblioteca jurídica, la oficina para venta de publicaciones y un pasillo por el que se llega a la oficina de procesos técnicos –más de 100 metros cuadrados–, espacio donde se organizan los expedientes bajo resguardo del archivo semiactivo e histórico. En esta planta se encuentran la oficina del director, las escaleras que conducen al segundo piso y los accesos al estacionamiento –una superficie bardeada de casi 536 metros cuadrados– disponible para los asistentes a la Casa.