Definida por una planta de cruz latina, esta adusta construcción de mampostería muestra un crucero exento de cúpula, con brazos de esquinas ochavadas y unas fachadas donde un barroco bastante sobrio se evidencia de manera notable. Dispuesta hacia el poniente, la portada principal del inmueble muestra elementos que lo acercan al barroco clasicista inicial. Pilastras empotradas con fustes estriados y capiteles toscanos, sostienen un arco de medio punto, con dovelas que generan una forma tablerada. La clave muestra motivos vegetales, descolgando por el lado del intrados a modo de pinjante una roseta. Prescindiendo de la sobriedad que en otras portadas de la región se ven, el friso se enriquece con el rítmico compás marcado por triglifos y metopas adornadas con ricos motivos florales. El máximo elemento simbólico de la portada, aparece rompiendo el propio entablamento, una representación del Corpus Christi, en lo que una custodia con resplandor guarda al Santísimo, demarcado por un cortinaje que pende por debajo de una venera que simboliza al sacramento del bautizo. La ventana coral se revela por encima de la cornisa del entablamento, mediante un marco en resalte decorado por líneas rectangulares concéntricas, las que concluyen en una clave enriquecida por el escudo pontificio. El campanario es una adición ya de principios del siglo XX, resolviéndose bajo el lenguaje ecléctico porfirista, en dos cuerpos; con arcos en herradura en el primero y ojivales en el segundo. Éste es un estilo en el que se mezcló el neomorisco con el neogótico, este último acentuado sobre todo por el chapitel que remata la torre.

Ubicado sobre el costado norte de la plaza principal, en lo que antiguamente se conoció como El Fuerte de Montesclaros, el templo del Sagrado Corazón de Jesús que originalmente tuvo la advocación de San Juan Bautista, inició su construcción a finales del siglo XVIII concluyéndose hasta ya entrado el siglo XX.

Patrimonio arquitectónico