La unción del Santo Entierro
Fiesta religiosa
Cristos
Cristos
Datos generales
La celebración de la Semana Santa ha tenido gran importancia para la venerada imagen del Santo Entierro del Templo de las Monjas de Morelia, destacan dos ceremonias: la Santa unción efectuada el día Miércoles Santo a partir de las cinco de la tarde y la Velación realizada el día Viernes Santo de tres de la tarde a diez treinta de la noche.
El Miércoles Santo en lo que refiere a la Santa unción el padre junto con los cofrades se dirigen al altar de mármol de Carrara, para bajar la imagen de pasta de caña de maíz, misma que es recostada en una base con terciopelo color rojo y sábanas blanquísimas. Entre cantos y rezos, el padre da inicio a la unción. Mientras que las demás personas limpian la urna, y son remplazadas las sábanas y almohadones por los limpios que lucirá el Viernes Santo.
La Sra. Ruth Molina Toledo, encabezó durante largo periodo las actividades para la Santa unción de la imagen, la señora me dijo en el año de 1999: Me comentó Don Fernando Figaredo que por noticias de Don Germán, su papá, supo que la urna del Santo es del siglo XVII y que la donó un señor pudiente de Atapaneo.
Lo anterior se explica ya que antiguamente venían de los pueblos vecinos grupos de feligreses a venerar la Santa Imagen. Agrega la Sra. Molina: Conservamos la charolita de plata donde depositamos los algodones con que limpiamos al Señor, aquella tiene la fecha de 1872 y prosigue: Para la unción del cuerpo son usados aceites de nardo y de mirra; para la urna empleamos el sándalo y el de canela. Los algodones son repartidos entre los visitantes del día viernes. Mi hermana María Eugenia y yo sabemos por referencias que formaron parte de la cofradía las Damas Isabelinas y los Caballeros de Colón El 25 de octubre del año 2002, falleció la Sra. Ruth Molina Toledo, quedando al frente de la Cofradía su hermana María Eugenia y Virginia Domínguez Molina, hija de la señora Ruth.
Don Mariano de Jesús Torres, en el año de 1875 escribió en su periódico La Aurora Literaria, el interesante recorrido que esta imagen realizaba saliendo de su templo el Viernes Santo:
La estación era por la calle real (Calle Nacional, hoy Av. Francisco I. Madero), volteaba por la plaza principal, frente al Portal de Matamoros, tomaba después la calle cerrada de S. Agustín (hoy Calle Hidalgo) y entraba a este templo por la puerta del Norte (2ª. De Matamoros, hoy calle Corregidora). A las dos de la tarde entraba dicha procesión.
Después del sermón del descendimiento en S. Agustín, que se encarga regularmente de predicarlo el Sr. Dr. D. José Guadalupe Romero y a esto de las cuatro de la tarde, volvía el Santo Entierro de S. Agustín a las Catarinas (Templo de las Monjas o Sagrario Metropolitano) en el mismo orden que en la mañana. La travesía era entonces por el atrio de la Catedral y por el templo de esta. Allí se reunían los colegiales del Seminario, vestidos de uniformes con sus becas, formando la comitiva de S. Pedro en la actitud de su arrepentimiento.
Bajaba la procesión por la calle que desciende de la Catedral (Primera de Hidalgo, hoy Calle Benito Juárez) hacia el Carmen, entraba a este templo por la puerta del Poniente y salía por la del Sur (4ª. De Allende, hoy Plaza de la República); tomaba la calle que rompe de la plazuela (2ª. Calle de Morelos, hoy Av. Morelos Norte) a encontrar la nacional en la esquina de S. Juan de Dios (Antiguo Hospital, hoy esquina Av. Madero Oriente con Morelos Sur). Después de las oraciones de la noche entraba la procesión referida a las Catarinas.
El Viernes Santo era todo un acontecimiento asistir después de las 3 de la tarde a la velación; todavía hacia 1950-1960 la población asistía vestida de luto, permanecía durante horas acompañando a la Virgen de la Soledad, la urna custodiada por los ángeles y un centurión en penitencia, jaulas con ¿clarines o jilgueros? Eran parte del ambiente que lejos de dar un tinte primaveral con sus trinos, en medio de aquel silencio y oscuridad lograban mover los sentidos y las ideas a la tristeza, a la reflexión. Afuera del recinto eran colocadas sillas para el público, la venta de charamuscas y de nieve.
Actualmente afuera del recinto las vendimias (al igual que en otros templos) desde temprana hora están frente a sus puertas: las charamuscas como símbolo de la cruz de espinas colocada al mártir por los soldados; hojarascas, etc. Y los fieles asisten en gran tumulto a visitar al Santo Entierro, para pedir su herencia, especie de breve testamento mediante el cual el Cristo les otorga una virtud; a continuación transcribo una de ellas:
Yo muero por salvarte, y en prueba de mi amor te dejo por herencia a Juan, mi discípulo amado, pídele con constancia que te ilustre con la luz espléndida de la verdad, para que conociéndola y amándola en esta vida, tengas la dicha de contemplarte por toda la eternidad.
Todavía hoy en día la urna luce enmarcada por cuatro ángeles enlutados, y la Virgen de la Soledad que en sus rostros tienen marcado un gran dolor. Anteriormente también lo custodiaban cuatro hombres vestidos de centuriones.
Algunas otras de las personas que han conservado esta ceremonia han sido señora Josefina Garmendia de Sánchez, maestra Luz María y María Cortez Reynoso, señoritas Cecilia Carrasco y Olivia Gallegos, Lic. Severo Romero Molina, los cofrades Conchita Jacobo, Carmen Bravo, Rosita Ramírez, María Bustos, doctor José Luis Zavala Mejía, así como los padres Abel Garnica Salinas y Humberto Lino.
Información proporcionada por: Gerardo Ascencio Campos
El Miércoles Santo en lo que refiere a la Santa unción el padre junto con los cofrades se dirigen al altar de mármol de Carrara, para bajar la imagen de pasta de caña de maíz, misma que es recostada en una base con terciopelo color rojo y sábanas blanquísimas. Entre cantos y rezos, el padre da inicio a la unción. Mientras que las demás personas limpian la urna, y son remplazadas las sábanas y almohadones por los limpios que lucirá el Viernes Santo.
La Sra. Ruth Molina Toledo, encabezó durante largo periodo las actividades para la Santa unción de la imagen, la señora me dijo en el año de 1999: Me comentó Don Fernando Figaredo que por noticias de Don Germán, su papá, supo que la urna del Santo es del siglo XVII y que la donó un señor pudiente de Atapaneo.
Lo anterior se explica ya que antiguamente venían de los pueblos vecinos grupos de feligreses a venerar la Santa Imagen. Agrega la Sra. Molina: Conservamos la charolita de plata donde depositamos los algodones con que limpiamos al Señor, aquella tiene la fecha de 1872 y prosigue: Para la unción del cuerpo son usados aceites de nardo y de mirra; para la urna empleamos el sándalo y el de canela. Los algodones son repartidos entre los visitantes del día viernes. Mi hermana María Eugenia y yo sabemos por referencias que formaron parte de la cofradía las Damas Isabelinas y los Caballeros de Colón El 25 de octubre del año 2002, falleció la Sra. Ruth Molina Toledo, quedando al frente de la Cofradía su hermana María Eugenia y Virginia Domínguez Molina, hija de la señora Ruth.
Don Mariano de Jesús Torres, en el año de 1875 escribió en su periódico La Aurora Literaria, el interesante recorrido que esta imagen realizaba saliendo de su templo el Viernes Santo:
La estación era por la calle real (Calle Nacional, hoy Av. Francisco I. Madero), volteaba por la plaza principal, frente al Portal de Matamoros, tomaba después la calle cerrada de S. Agustín (hoy Calle Hidalgo) y entraba a este templo por la puerta del Norte (2ª. De Matamoros, hoy calle Corregidora). A las dos de la tarde entraba dicha procesión.
Después del sermón del descendimiento en S. Agustín, que se encarga regularmente de predicarlo el Sr. Dr. D. José Guadalupe Romero y a esto de las cuatro de la tarde, volvía el Santo Entierro de S. Agustín a las Catarinas (Templo de las Monjas o Sagrario Metropolitano) en el mismo orden que en la mañana. La travesía era entonces por el atrio de la Catedral y por el templo de esta. Allí se reunían los colegiales del Seminario, vestidos de uniformes con sus becas, formando la comitiva de S. Pedro en la actitud de su arrepentimiento.
Bajaba la procesión por la calle que desciende de la Catedral (Primera de Hidalgo, hoy Calle Benito Juárez) hacia el Carmen, entraba a este templo por la puerta del Poniente y salía por la del Sur (4ª. De Allende, hoy Plaza de la República); tomaba la calle que rompe de la plazuela (2ª. Calle de Morelos, hoy Av. Morelos Norte) a encontrar la nacional en la esquina de S. Juan de Dios (Antiguo Hospital, hoy esquina Av. Madero Oriente con Morelos Sur). Después de las oraciones de la noche entraba la procesión referida a las Catarinas.
El Viernes Santo era todo un acontecimiento asistir después de las 3 de la tarde a la velación; todavía hacia 1950-1960 la población asistía vestida de luto, permanecía durante horas acompañando a la Virgen de la Soledad, la urna custodiada por los ángeles y un centurión en penitencia, jaulas con ¿clarines o jilgueros? Eran parte del ambiente que lejos de dar un tinte primaveral con sus trinos, en medio de aquel silencio y oscuridad lograban mover los sentidos y las ideas a la tristeza, a la reflexión. Afuera del recinto eran colocadas sillas para el público, la venta de charamuscas y de nieve.
Actualmente afuera del recinto las vendimias (al igual que en otros templos) desde temprana hora están frente a sus puertas: las charamuscas como símbolo de la cruz de espinas colocada al mártir por los soldados; hojarascas, etc. Y los fieles asisten en gran tumulto a visitar al Santo Entierro, para pedir su herencia, especie de breve testamento mediante el cual el Cristo les otorga una virtud; a continuación transcribo una de ellas:
Yo muero por salvarte, y en prueba de mi amor te dejo por herencia a Juan, mi discípulo amado, pídele con constancia que te ilustre con la luz espléndida de la verdad, para que conociéndola y amándola en esta vida, tengas la dicha de contemplarte por toda la eternidad.
Todavía hoy en día la urna luce enmarcada por cuatro ángeles enlutados, y la Virgen de la Soledad que en sus rostros tienen marcado un gran dolor. Anteriormente también lo custodiaban cuatro hombres vestidos de centuriones.
Algunas otras de las personas que han conservado esta ceremonia han sido señora Josefina Garmendia de Sánchez, maestra Luz María y María Cortez Reynoso, señoritas Cecilia Carrasco y Olivia Gallegos, Lic. Severo Romero Molina, los cofrades Conchita Jacobo, Carmen Bravo, Rosita Ramírez, María Bustos, doctor José Luis Zavala Mejía, así como los padres Abel Garnica Salinas y Humberto Lino.
Información proporcionada por: Gerardo Ascencio Campos
Sede
Morelia, Michoacán de Ocampo
Fecha
fecha movible
¿Detectaste algún error en este registro?
Fecha de última modificación: 10 de septiembre del 2012, 12:53
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
Coordinación Nacional de Desarrollo Institucional/SIC
u-nphv
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
Coordinación Nacional de Desarrollo Institucional/SIC
u-nphv