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Teatro Ángela Peralta

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Teatro Ángela Peralta


Carnaval 47
Centro Histórico 
Mazatlán, Sinaloa

Datos generales

De excepcional fachada, el edificio del Teatro Ángela Peralta sobresale por su acceso resuelto con un pórtico de cinco intercolumnios, separados por columnas toscanas de fuste estriado y con un proporcionado entablamento en el que descansa una cornisa, que luego se convierte en una balconería con nueve ventanales. Éstos se enmarcan con jambas sencillas y dinteles ricamente ornamentados por lacerías y motivos vegetales. Unas pilastras jónicas, además de un entablamento abundante en ornamentos vegetales, ciñen por completo el repertorio formal de la fachada. Al interior del teatro se encuentra un patio que cumple la función de distribuidor. Éste, un espacio libre adornado por una fastuosa portada interna, compuesta por una superposición de dos balcones sobre la puerta de platea. El balcón superior es un arco rebajado, y ornamentado por una sucesión de hojas de acanto sobre el cual se encuentra un medallón con la efigie del “ruiseñor mexicano” Ángela Peralta, todo enmarcado por acodos enriquecidos con hojarascas. En el friso interior, la decoración se compone por la alternancia de cráneos de buey y composiciones vegetales. Igual que todos los teatros decimonónicos, el recinto escénico es concebido bajo la tipología del teatro italiano, de planta en herradura, con un lunetario de tres niveles con elegantes balcones de fierro fundido y un exquisito trabajo de ebanistería. Un telón encarnado cubre la boca del escenario, éste desarrollado por un arco deprimido que evidencia la alteración del modelo original, ya que en la intervención realizada en 1992 se suprimieron varios testimonios genuinos, tales como algunas yeserías que daban forma a hojarascas, querubines y lacerías, además del cielo raso que tenía plasmado en vívidos colores, un colosal arcángel.
Datos históricos

En el Centro Histórico de Mazatlán, e integrado al contexto urbano de la Plaza Machado, se encuentra el antiguo Teatro Rubio, hoy llamado Teatro Ángela Peralta, en honor a esta notable soprano mexicana de finales del siglo XIX. Manuel Rubio, rico empresario originario del Fominil, en Durango, solicitó permiso de construcción el 31 de agosto de 1869, ante el ayuntamiento del puerto, para edificar un teatro en Mazatlán “cuya mejora reclama cada día más el estado de cultura y adelanto a que ha llegado ya esta población”. Con una propuesta formal que sin embargo modificó en el proyecto presentado ante el mismo ayuntamiento el ingeniero Andrés Librado Tapia, en septiembre 27 de 1869, tomando en consideración para ello las características físicas del terreno “...me he visto precisado en el proyecto a adoptar la forma que señala las plantas y el orden dórico romano sin columnas empotradas para la fachada...”. Además de considerar el contexto inmediato, ya que señala “...este orden es el que se acerca más al de la casa contigua ya construida y al ancho de la calle en que debe dar frente...”. Don Manuel Rubio falleció durante la construcción del teatro en un viaje que realizaba a San Francisco. Así Doña Vicenta Unzueta, viuda del promotor inicial, se hizo cargo de concluir la obra, y abrir el teatro al público en 1874. Tres años después, se vio obligada a vender el inmueble, el que fue adquirido por Juan Bautista Hernández, para ser administrado por su apoderado Martín Mendía. De ser un teatro popular pasó a convertirse en un fastuoso recinto teatral, con la remodelación practicada entre 1878 y 1880. En agosto de 1883 llegó al puerto junto a su “compañía italiana” la eximia cantante de ópera Ángela Peralta, para presentarse en este escenario. Mas no cantó, pues a bordo del barco en que llegó, se contagió de fiebre amarilla, muriendo pocos días después en el hotel que estuviera anexo al teatro. Hacia 1943 en homenaje a la extinta soprano, cambió de nombre por el de Ángela Peralta. Funcionó como cine hasta 1964 cuando cerró sus puertas definitivamente. Ya abandonado perdió su techo en un ciclón que azotó la ciudad en 1975. Fue reinaugurado el 23 de octubre de 1992 por Francisco Labastida y su esposa María Teresa Uriarte, figuras decisivas, junto a muchos mazatlecos, de su reconstrucción. Los trabajos de restauración no impidieron que se presentaran galas de ópera a cielo abierto, que permitía el libre vuelo de murciélagos con su música impertinente lo mismo que el rugido de las turbinas de un vuelo comercial que cruzaba el cielo después del intermedio. La escenografía la complementaba un laurel de la India al fondo del proscenio.
 
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Fecha de última modificación: 2 de julio del 2010, 21:11
Información proporcionada por:
Red Nacional de Información Cultural
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