El sitio de 34,658 hectáreas, entre las faldas del Volcán de Tequila y el profundo valle del Río Grande, es parte de un amplio paisaje de agave azul dibujado por los cultivos de la planta utilizada desde el siglo 16 para producir tequila, y de por lo menos 2,000 años haciendo bebidas fermentadas y tela. En medio del paisaje trabajan destilerías que reflejan el crecimiento en el consumo internacional del tequila en los siglos 19 y 20. Hoy, la cultura del agave se considera parte de la identidad nacional. La zona encierra una forma de vida, un paisaje de trabajo de campos de agave azul y los asentamientos urbanos de Tequila, Arenal, Amatitán con grandes destilerías donde la piña del agave es fermentada y destilada. La propiedad también es un testimonio de la cultura nahuatlaca, en el municipio de Teuchitlán, que forjó la zona de Tequila entre 200-900, en particular mediante la creación de terrazas para la agricultura, viviendas, templos, montículos ceremoniales y campos de pelota.