En pocas ocasiones se ha contemplado en nuestro país, al igual que en otros muchos del mundo, la posibilidad de considerar al arte popular como parte importante de su patrimonio cultural. Existe la tendencia a considerar como portadores de valores etnográficos o folclóricos a los objetos de arte popular y a sus hacedores, omitiendo los valores artísticos que puedan contener a ciertos niveles; este fenómeno se enfoca también desde un punto de vista económico para tratar de suplir la carencia de los empleos que no podemos generar en la medida requerida. Las obras de arte han sido hechas por el pueblo para el disfrute del mismo, que además de tener una gran sensibilidad, precisa embellecer su entorno por humilde que éste sea; no importa nada el dominio del oficio y la tecnología para manejar cualquier materia prima, ni el concepto estético que lo inspira, ni la capacidad de abstracción del hombre que lo plasmó en un modesto jarro, en una canasta o en una escultura.