En la antigüedad clásica, escribir bien era considerado una técnica conocida y dominada tanto por poetas como por naturalistas o historiadores. Esta sabia creencia fue abandonada con el paso del tiempo y hoy el divorcio entre ciencia y escritura es notable, con algunas y muy reconocidas excepciones de científicos y divulgadores que saben exponer las teorías y los descubrimientos científicos que de otro modo difícilmente entenderíamos si nos adentrásemos en el mundo de la investigación donde el paper reina y muchos de los cuales, incluso antes de ser publicados, levantan ámpula, odios, envidias y, algunas veces, hasta admiración. Publicar un paper es algo a lo que cualquier científico que se respete aspira, pues da prestigio y genera estímulos en el mundillo académico. El paper es, en realidad, un género de la literatura científica. Sin embargo, la gran mayoría de los papers editados pasean sin pena ni gloria por las publicaciones científicas. Es por ello que la propuesta de Francisco Rangel de escribir sus cuentos como si se tratasen de artículos científicos resulta tan sorprendente, divertida e irreverente. Rangel juega con los géneros y con las formas y nos entrega un libro de cuentos que jamás traiciona las intenciones de su autor cuya propuesta encuentra una exacta correspondencia con sus textos y profetiza, si Feynman nos lo permite, que un buen día los papers se convertirán en literatura y ésta podría transformarse en una ciencia. Leo Mendoza