Los intereses comerciales del gran capital nacional e internacional y la desorientación nutricional llevada a cabo sistemáticamente por los medios masivos de comunicación, aunados a las ineficientes medidas para racionalizar la explotación de los recursos con el concurso de técnicas más eficientes que implican mayor densidad de capital; así como el no adoptar medidas profundas dirigidas a controlar la industria alimentaria por parte del Estado y la falta de normas severas a la propaganda de placebos alimenticios son, entre otros, los problemas que enfrentan los productores del sector primario.
La pesca como parte de este sector, sufre en consecuencia una situación análoga. Es una actividad que históricamente se ha visto desatendida y a la fecha adolece de múltiples limitaciones en infraestructura básica y en los mecanismos de control de la captura y del destino de la producción, situación que ha mantenido al productor sujeto y a merced de las empresas privadas y de los acaparadores que han limitado su desarrollo a pesar del amplio potencial pesquero nacional: reduciendo finalmente esta actividad a un papel que bien pudiera ser más significativo en el abastecimiento de productos alimenticios.